Introducción: La gran mentira del “control emocional”
Seguro que más de una vez has escuchado frases como:
👉🏻 “No dejes que te afecte”
👉🏻 “Tienes que aprender a controlar lo que sientes”
👉🏻 “No te pongas nervioso/triste/enfadado”
Y probablemente, al escuchar esas palabras, pensaste: “Ah, perfecto, solo tengo que apagar mis emociones como si tuviera un interruptor mágico”.
Pero, spoiler: intentar controlar tus emociones no funciona.
¿Por qué? Porque las emociones no son botones que puedas encender y apagar a voluntad. Son respuestas naturales de tu cuerpo y tu mente, y tratar de eliminarlas solo hace que vuelvan con más fuerza. Hoy te explico por qué el control emocional es un mito y qué hacer en su lugar para gestionar lo que sientes de manera más efectiva.
Por qué NO puedes controlar tus emociones (y no deberías intentarlo)
Tu cerebro y tu cuerpo están diseñados para experimentar emociones. No son un fallo del sistema, sino una parte fundamental de tu supervivencia.
1. Las emociones no son racionales (y no necesitan serlo)
Las emociones no siguen una lógica matemática. No puedes decidir “Hoy voy a estar tranquilo y feliz” y esperar que todo fluya según lo planeado.
📌 Ejemplo real:
Sabes que no tiene sentido seguir pensando en ese comentario incómodo que hiciste hace tres días, pero ahí está tu mente, reproduciéndolo en bucle a las 3 de la mañana.
💡 Conclusión: Las emociones no piden permiso para aparecer. Son respuestas automáticas de tu sistema nervioso.
2. Cuanto más intentas suprimirlas, peor es
Reprimir lo que sientes es como intentar empujar una pelota bajo el agua: puede funcionar un rato, pero tarde o temprano saldrá disparada con más fuerza.
📌 Estudio interesante:
Un estudio publicado en Journal of Personality and Social Psychology (Wegner, 1994) demostró que intentar suprimir pensamientos o emociones no solo no los elimina, sino que los hace más persistentes. Es lo que se conoce como el efecto rebote.
💡 Conclusión: Intentar no sentir solo hace que sientas más.
3. No puedes evitar sentir, pero sí puedes elegir cómo responder
La clave no es intentar apagar la emoción, sino aprender a gestionarla. No puedes evitar sentir miedo, tristeza o enfado, pero sí puedes decidir qué hacer con ello.
📌 Ejemplo práctico:
Imagínate que sientes ansiedad antes de una presentación. Puedes intentar “no estar nervioso” (spoiler: no va a funcionar) o puedes reconocer el nerviosismo y usarlo como energía para concentrarte mejor.
💡 Conclusión: El problema no es la emoción en sí, sino cómo te relacionas con ella.
Si controlar tus emociones no funciona, ¿qué puedes hacer en su lugar?
Aquí algunas estrategias más útiles que intentar “no sentir”:
1. Observa tus emociones sin juzgarlas
En lugar de pelearte con lo que sientes, intenta observarlo como si fueras un científico estudiando un fenómeno. Pregúntate:
🔹 ¿Qué estoy sintiendo exactamente?
🔹 ¿Dónde lo noto en mi cuerpo?
🔹 ¿Qué pensamientos acompañan esta emoción?
📌 Ejemplo práctico:
En vez de decirte “No debería estar triste”, prueba con “Estoy sintiendo tristeza. ¿Por qué será?”. Solo cambiar el enfoque reduce la intensidad de la emoción.
2. Permítete sentir sin reaccionar de inmediato
Las emociones pueden ser intensas, pero eso no significa que tengas que actuar al segundo. Aprender a dar un espacio entre la emoción y la acción es clave.
📌 Ejemplo práctico:
Si te llega un mensaje que te enfada, en lugar de responder al instante, respira hondo y date unos minutos antes de contestar.
💡 Conclusión: No se trata de no sentir, sino de elegir cómo actuar sin dejarte arrastrar por la emoción.
3. Usa la emoción como información, no como una orden
Las emociones te están diciendo algo, pero no siempre tienen razón absoluta. Escúchalas, pero no te creas todo lo que dicen.
📌 Ejemplo práctico:
Si sientes miedo antes de un nuevo reto, eso no significa que no debas intentarlo. Solo significa que tu cerebro percibe incertidumbre y trata de protegerte.
💡 Conclusión: Puedes sentir miedo y aún así hacer lo que quieres hacer.
4. Dale espacio físico a la emoción
A veces, la mejor forma de procesar una emoción es mover el cuerpo. No intentes resolverlo todo en tu cabeza.
📌 Ejemplo práctico:
Si te sientes ansioso, sal a caminar, haz respiraciones profundas o golpea un cojín si lo necesitas. El movimiento ayuda a regular la emoción.
💡 Conclusión: No todo se soluciona pensando. A veces, el cuerpo necesita intervenir.
Conclusión: No luches contra tus emociones, aprende a convivir con ellas
Las emociones no son el problema. El problema es cómo nos relacionamos con ellas. Intentar controlarlas es una batalla perdida, pero aprender a gestionarlas puede cambiar completamente la forma en la que vives.
Así que la próxima vez que alguien te diga “Contrólate”, sonríe y piensa: “No necesito controlarlas, solo aprender a manejarlas mejor.”
Si sientes que las emociones te sobrepasan y quieres aprender a gestionarlas de forma más saludable, aquí puedes encontrar ayuda para empezar ese camino.
Bibliografía
- Wegner, D. M. (1994). White Bears and Other Unwanted Thoughts: Suppression, Obsession, and the Psychology of Mental Control. Journal of Personality and Social Psychology, 67(5), 936–948.
Explica el efecto rebote y por qué intentar suprimir pensamientos y emociones solo los hace más persistentes.
Acceso al artículo - Gross, J. J. (2002). Emotion Regulation: Affective, Cognitive, and Social Consequences. Psychophysiology, 39(3), 281–291.
Analiza cómo la regulación emocional es más efectiva que la supresión de emociones.
Acceso al artículo - Hayes, S. C., Strosahl, K. D., & Wilson, K. G. (1999). Acceptance and Commitment Therapy: An Experiential Approach to Behavior Change. Guilford Press.
Uno de los fundamentos de la Terapia de Aceptación y Compromiso, que propone aceptar las emociones en lugar de luchar contra ellas.
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